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Mal que os pese la he de ver

 

La batalla de las Navas de Tolosa (Jaén, 1212) fue un momento decisivo en el avance cristiano hacia el sur, venciendo a los musulmanes. La participación abulense en la misma fue notable. Pues bien, volviendo victoriosos de esta batalla, los guerreros entraron en Ávila desfilando con gran pompa.

Uno de los batallones estaba comandado por Alvar Dávila cuyo señorío se extendía por la zona de Sotalvo, una localidad a escasa distancia de la capital. Era apuesto y marchaba orgulloso sobre su caballo. Y claro, al pasar por delante del palacio de Don Diego de Zúñiga, la hija de éste, Doña Guiomar, quedó hondamente impresionada. Pero no fue la única: Alvar se enamoró perdidamente de la doncella y el resto del desfile fue un sin vivir pensando en la dulce serrana.

Sin embargo y como era norma en aquella época, el destino de Guiomar no dependía de ella misma y su padre, Don Diego, ya tenía previsto su futuro que había de pasar por ingresar en un convento y dedicar su vida a Dios.

Tras unos pocos días, Alvar se decidió a pedir licencia para esposarse con la mocita ya que, desde que la conoció, no comía ni bebía alimentándose únicamente de su recuerdo. Y se presentó ante Don Diego con estos fines. Pero era terco el suegro y no le gustaba en absoluto el pretendiente por lo que le echó de su palacio, asegurándole que nunca más volvería a ver a su hija.

 

 

Alvar estaba dolido pero no se resignaba a que no podría contemplar jamás a su amada por lo que replicó:

Dª Guiomar y yo seguiremos amándonos; y aún más, viéndonos:¡ mal que os pese!.

Y se retiró a su señorío de Sotalvo ya que la guardia de palacio tenía orden de hacerle prisionero si osaba merodear por Ávila. Allí, en lo alto de un risco construyó un castillo, dirigido hacia la ciudad para poder ver, o más bien intuir, a su amada. Ella se asomaba a la ventana de la alcoba, que sobresalía ligeramente por encima de las murallas y él hacía todo tipo de señales para que ella pudiera saber que estaba allí, amándola en la distancia.

 

 

Posiblemente de amor, al poco falleció Guiomar y Alvar lo supo coincidiendo con su partida hacia el frente de guerra ese mismo día. Y no sabemos si por dolor, se dejó matar y ya no volvió de aquella nueva batalla.

Hoy en día, el castillo conocido como Mal que os pese se alza desafiante en Sotalvo y aún, una cancioncilla recuerda aquella historia de enamorados al más puro estilo de Romeo y Julieta a la abulense:

Guiomar esta triste, ¡Cómo se miran!
su amor está lejos, ¡Cuánto se quieren!
entrambos se mueren, Y son sus suspiros
entrambos son presos, las únicas prendas
que van y que vienen.

 

Castillo de Mal que os pese (Sotalvo)

Castillo de Mal que os pese (Sotalvo)