Completó su formación artística en París, donde se relaciono con pintores de la talla de Gauguin, Degas y Puvis de Chavannes. Su residencia varió constantemente a lo largo de su carrera, entre París, Segovia, Andalucía, Madrid y Zumaya. Le atrajo la imaginería popular (tauromaquia, bailarinas de flamenco), pasando posteriormente a elegir temas de la vida cotidiana para sus obras. Para ellas utilizó una paleta oscura, con fuertes dosis de realismo y un en elevado sentido dramático. También fue autor de retratos, algunos de gran fama: Unamuno, Marañón, Falla; así como hermosos cuadros de paisajes. Estuvo influido en su estilo por El Greco, Velázquez y Goya, como bien puede verse en su obra titulada El enano Gregorio, inspirada en los grandes maestros del siglo XVII, sobre todo Velázquez.
“El enano Gregorio <El Botero>“(1907). Ignacio Zuloaga. Óleo sobre lienzo. Museo del Ermitage, San Petesburgo (Rusia).
“El Cristo de la sangre” (1911). Ignacio Zuloaga. Óleo sobre ienzo. Museo Nacional de Arte Reina Sofía (Madrid).