La Edad Media en la meseta castellana fue turbulenta en cuanto a la seguridad ya que, a los ataques de los musulmanes que habitaban los reinos del sur, se unían las desavenencias entre el reino de León y el de Castilla.
Las aparentemente inexpugnables murallas de Ávila únicamente podían ser vencidas con un largo asedio o aprovechando un gran descuido de los defensores. Esta fue la ocasión que se les presentó a los batallones musulmanes: las tropas abulenses tuvieron que salir en dirección al Puerto de Menga, necesitando a todos los hombres en edad de luchar, posiblemente esperando sorprender a los atacantes. Sin embargo, éstos les habían engañado y deciden atacar la ciudad por otro frente al encontrarse indefensa.
Sin embargo, antes de partir, se nombró gobernadora a la brava Jimena Blázquez, mujer del alcalde. Sin saber de esta circunstancia, los moros deciden atacar la muralla. Con los primeros movimientos de tropa, Jimena reúne a todas las mujeres y éstas se visten con ropajes de guerreros, disponiéndose en las zonas más visibles de la muralla con teas encendidas, gritando y tocando las trompetas de guerra. Ante la circunstancia de que Ávila se encuentra bien defendida, los árabes ni siquiera intentan el asedio. Jimena había salvado a la ciudad.
A partir de este momento, las mujeres abulenses tuvieron el privilegio de participar en las reuniones del Ayuntamiento.
Escultura de Jimena Blázquez en la Plaza de San Miguel de Ávila. Porta las llaves de la ciudad