La muralla que vemos es básicamente la del siglo XII, que fue restaurada (o remozada) por Alfonso VIII en gesto de agradecimiento hacia la ciudad que le protegiera siendo niño, como se recoge en su Crónica.
Pero ahora sabemos que hay tramos de la muralla en los que se conserva perfectamente la estructura del siglo XI, esa que se corresponde a la Repoblación, a la historia conocida y comprobada en la que Alfonso VI, tras la Conquista de Toledo, ordena poblar y construir murallas en Ávila, Segovia y Salamanca reforzando el sistema fronterizo.
En este caso, el otro Rey Niño, Alfonso VII, hijo de Raimundo de Borgoña y Doña Urraca, nunca estuvo aquí. Su refugio estuvo en Galicia y, siendo niño, lo más lejos que llegó fue a Astorga.
Pero hay más muralla bajo la superficie. Oculta a nuestra vista, pero perfectamente documentada, existe una muralla de época romana correspondiente con el periodo alto imperial, es decir, del siglo I, en torno al cambio de era. Esta muralla romana ya contaba con unas dimensiones similares a la actual, lo que nos demuestra que los romanos también conquistaron estas tierras y dejaron una huella todavía visible veinte siglos después.
La arqueología y la historia siempre tienen el poder de sorprendernos.